lunes, 2 de noviembre de 2009

"Un viaje hacia el sur"

Un acercamiento a la FILVEN 2007

por Pedro Llanes Delgado






Pedro Llanes Delgado



En octubre de 2007 fui invitado por el Instituto Cubano del Libro y las autoridades culturales de Venezuela a la Feria de los Estados de ese país. Desde que los funcionarios de la Cámara del Libro me entregaron el pasaporte con una explicación en detalle del cronograma de trabajo, vuelos, lugares de estancia, tuve la certeza de que todo iba a salir bien. De todas formas me encontraba un poco preocupado porque viajaría fuera de delegación. Llegamos a las cinco de la tarde al Aeropuerto Internacional Simón Bolívar y los trámites de aduana fueron bastante ágiles. Afuera me estaban esperando mis guías Ángie y Carla, dos muchachas excelentes. Me hospedaron en Sabana Grande, en Caracas y al otro día me despidieron hacia el estado de Lara. A pesar de mis dos viajes anteriores a Venezuela, nunca había ido a los estados. El trayecto de la Guaira a Barquisimeto lo hice en un vuelo de Aeropostal y recuerdo que me impresionó cuando el avión descendía lentamente cerca de la periferia de la ciudad. Se veían abajo los techos brillosos de las construcciones, las elevaciones arcillosas algo desteñidas y la vegetación aquí y allá. La poetisa Wafi Salih, hija de padres árabes y su hermano Jacinto me estaban aguardando. Fueron muy amables conmigo. Me trasladaron de hotel, me condujeron por la ciudad, se encargaron de que estuviera a tiempo en las actividades, en uno de los museos del centro. Conocí allí al escritor argentino Emiliano Bustos, intercambiamos libros y direcciones y pude apreciar su poesía. Lara para mí fue el lugar donde me descansé de las tensiones de viaje. Wafi y Jacinto después de nuestros compromisos de trabajo —recitales, charlas, prensa plana, escrita— me llevaron en auto a diferentes encuentros con la memoria de Barquisimeto
 
Barquisimeto
El avión para el estado de Mérida se me escapó por embotellamiento en la vía. Wafi y Jacinto me embarcaron en ómnibus a las doce del 9 de octubre, hacía mucho calor. En Cuba abro el libro de Wafi publicado por Monte Ávila, hojeo sus páginas, es una poetisa y persona maravillosa. A las diez de la noche estábamos entrando en Mérida. La iluminación, los aludes de la montaña y la altura me daban confianza. Gonzalo Fragui, su esposa y Neida me esperaban. Me alojaron en el hotel Plaza, en el centro de la ciudad universitaria. De día examiné los alrededores, el parque con la estatua del Libertador, me pareció todo muy bello. Fragui me organizó un recital en el área de Feria a la que asistieron escritores y profesores de la Universidad de los Andes. Hablé más con Neida, la esposa de un funcionario diplomático venezolano que estudió en la Escuela Internacional Raúl Roa Kourí. Agradezco a Fragui y a ella tantas atenciones y facilidades. Mérida es limpia, hermosa, con unas calles bien trazadas y los Andes de fondo. Da la impresión de haber salido de un sueño. En Táchira las actividades se realizaron en La Grita, pequeño pueblo montañés. Respondí preguntas en un conversatorio abierto, recité para los niños de los colegios y eso me alegró. Encontré allí a Imeldo Álvarez, escritor cubano de mucha experiencia y conocí al poeta Freddy Yáñez, joven director de una revista en San Cristóbal.

  Tuvieron muchas atenciones conmigo. Al regreso a La Guaira —por San Antonio, cerca de la frontera con Colombia— ya era de noche y me esperaban como siempre Angie y Carla. Otra estancia en Sabana Grande y al otro día la vuelta a Cuba, acompañado de Victor Fowler. Doy gracias al Libro y al gobierno de Venezuela por su sistema de invitaciones e intercambios y tanta belleza de paisaje y de corazón.





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