miércoles, 31 de agosto de 2011

"La mayoría de los personajes de mis libros de fantasía y ciencia ficción no son blancos. Están mezclados; son el arcoiris."

Terramar blanqueada:

Cómo el Sci Fi Channel destrozó mis libros.

Carta de Ursula K Leguín a sus lectores



Ursula K Leguín




Jueves, 16 de diciembre de 2004.


El martes por la noche, el Sci Fi Channel emitió su último episodio de la Leyenda de Terramar, la miniserie basada –vagamente, mientras se va apagando- en mis novelas de Terramar. Los libros, Un mago de Terramar (The Wizard of Earthsea) y Las Tumbas de Atuan (The Tombs of Atuan ), que fueron publicados hace más de 30 años, tratan sobre dos personas jóvenes que descubren cuál es su poder, su libertad y sus responsabilidades. No sé sobre qué trata la película. Está llena de escenas de mi historia, colocadas de forma diferente, en un argumento totalmente diferente, por lo que no tienen sentido alguno. Mi protagonista es Ged, un chico de con una piel de color rojiza-marrón. En la película, es un chico de un blanco petulante. Los lectores que se han estado preguntando por qué les “permití que cambiaran la historia”, pueden encontrar algunas respuestas aquí.

Cuando vendí los derechos de Terramar, hace algunos años, mi contrato me daba el estatus estándar de “Consultora” – que significa lo que los productores quieren que signifique, casi siempre poquito o nada. Mi agencia no podía mejorar esta cláusula. Pero los compradores nos hablaron como si ellos pensaran realmente respetar los libros y pedir mi aportación mientras se preparaba la película. Dijeron que ya habían asegurado a Philippa Boyens (que co-escribió el guión para El Señor de los Anillos) como a la guionista principal. El guión era para mí lo más importante, por lo que la presencia de Boyens fue un factor clave en mi decisión de vender a este grupo la opción a los derechos cinematográficos.




Pasaron los meses. Para cuando los productores obtuvieron el apoyo del Canal Sci Fi para realizar una miniserie —y otro productor, Robert Halmi Sr., había llegado a bordo— habían perdido a Boyens. Esto fue un golpe. Pero yo acababa de ver DreamKeeper, la miniserie de Halmi con su imponente reparto de Nativos Americanos, y yo esperaba que Halmi pudiera incluir algunos de esos grandes actores en Terramar.

En este punto, las cosas empezaron a moverse muy rápido. Al principio, los cineastas contactaron conmigo de una forma amistosa, y respondí de la misma manera: les pregunté si les gustaría tener una lista con pronunciaciones de los nombres; y les dije que aunque yo ya sabía que la película sería diferente a los libros, esperaba que no hicieran cambios innecesarios al argumento o a los personajes- algo peligroso de hacer, pues los libros eran bien conocidos por millones de personas por décadas. Ellos respondieron que la audiencia de la televisión es mucho mayor, y por completo diferente, y que sería improbable que les preocuparan los cambios con respecto a la historia y a los personajes de los libros.


Mapa del mundo de Terramar. Pulsa en la imagen si quieres verlo con mas detalle


Entonces me enviaron algunas versiones del guión – y me dijeron que el rodaje ya había comenzado. A mi me habían eliminado del proceso. E igual de rápido, la raza, que había sido un elemento crucial, fue eliminada de mis historias. En la miniserie, Danny Glover es el único hombre de color entre los protagonistas (aunque hay algunos otros entre los portadores de lanzas). Muy distinto del Terramar que yo imaginé. Cuando ojeé el guión, me di cuenta que los productores no habían comprendido sobre qué tratan los libros y no se habían interesado en saberlo. Todo lo que ellos pretendían era usar el nombre de Terramar (Earthsea), y algunas de las escenas de los libros, en una película genérica de McMagic con un argumento sin sentido, basado en el sexo y la violencia.

La mayoría de los personajes de mis libros de fantasía y ciencia ficción no son blancos. Están mezclados; son el arcoiris. En mi primera gran novela de ciencia ficción, La mano izquierda de la Oscuridad (The Left Hand of Darkness), la única persona de la Tierra es un hombre negro, y todos los demás en el libro tienen el color marrón de los Inuits (esquimales) o de los Tibetanos. En las dos novelas de fantasía en las que “se basa” la miniserie, todo el mundo es de color marrón, rojo cobrizo o negro, excepto los Kargos del Este y sus descendientes en el Archipiélago, que son blancos, con pelo rubio u oscuro. El personaje protagonista de Tenar, una Kargo, es una mujer blanca de pelo moreno. Ged, un habitante de Archipiélago, es de color marrón rojizo. Su amigo, Vetch, es negro. En la miniserie, Tenar es interpretada por Kristin Kreuk de Smallville, la única persona en la miniserie que parece asiática. Ged y Vetch son blancos.




Mi esquema de color ha sido consciente y deliberado desde el principio. No entendía por qué todo el mundo en la ciencia ficción tenía que ser un “blancucho” llamado Bob, Joe o Bill. No entendía por qué todo el mundo en la fantasía épica tenía que ser blanco (y por qué todas las protagonistas tienen “ojos violeta”). Ni siquiera tiene sentido. Los blancos son una minoría en la Tierra ahora - ¿por qué no van a seguir siendo una minoría o simplemente ser absorbidos en el gran espectro genético de colores en el futuro?

La tradición de la fantasía que yo estaba escribiendo, provenía de Europa Septentrional, motivo por el cual trataba sobre personas blancas. Soy blanca, pero no europea. Mis personajes podrían ser de cualquier color que me gustara y a mí me gusta el rojo, el marrón y el negro. Fui un poco astuta con respecto a la combinación de colores. Pensé que algunos chicos blancos (los libros se publicaron para "jóvenes adultos") podrían no identificarse directamente con un chico marrón, así que dosifiqué la información acerca del color de la piel gradualmente — esperando que el lector se metería "en la piel de Ged" y sólo entonces descubriría que no era blanco.




Nunca fui cuestionada por esto por ningún editor. Nunca hubo ninguna objeción. Pienso que esto se debe mucho al mérito de mis primeros editores de Parnasus y Atheneum, quienes compraron los libros antes de que tuvieran una reputación que acarrear.

Pero tuve problemas interminables con el diseño de la cubierta. No en la gran cubierta de la primera edición —un perfil fuerte y rojo-marrón de Ged— o con las cuatro magníficas pinturas de Margaret Chodos Irvine en el conjunto encuadernado de Atheneum, pero sí con demasiada frecuencia. El primer Mago inglés era un pálido, encorvado, hombre parecido a un lirio — chillé cuando lo vi.

Gradualmente obtuve un poco más de influencia, con algo más que decir sobre las cubiertas. Y muy, muy, muy gradualmente los editores pueden estar comenzando a perder su temor ciego a poner una cara de no blanca en la cubierta de un libro. "Perjudica a las ventas, perjudica a las ventas" es el mantra. Vale, ¿Y? En mis libros, Ged con una cara blanca es una mentira, una traición— una traición al libro, y al lector potencial.

Pienso que es posible que algunos lectores nunca lleguen a advertir de qué color son las personas en la historia. Si no lo advierte, no le importa. Los blancos, por supuesto, tienen el privilegio de no importarles, de ser “daltónicos”. Nadie más lo hace.

 

He oído, pocas veces, pero muy memorablemente, de lectores de color que me han dicho que los libros de Terramar eran los únicos libros en el género en los que se sentían incluidos — y cuánto significó esto para ellos, especialmente como adolescentes, cuando no encontraron nada que leer en la fantasía y la ciencia ficción excepto las aventuras de personas blancas en mundos blancos. Esas cartas han sido una recompensa tremenda y una alegría verdadera para mí.

Hasta ahora ningún lector de color me ha dicho que no me entrometa, o que tengo un sentido de la etnicidad equivocado. Cuando ellos lo hagan, los escucharé. Como hija de un antropólogo, soy intensamente consciente del riesgo del imperialismo cultural o étnico — una escritora blanca que habla para personas no blancas, hablando por ellos, es un acto de extrema arrogancia. En un mundo de fantasía totalmente inventado, o en un escenario de ciencia ficción de un futuro lejano, en el mundo de arco iris que podemos imaginar, este riesgo se mitiga. Esta es la belleza de la ciencia ficción y la fantasía —la libertad de la invención.

Pero con toda libertad viene la responsabilidad. Esto es algo que estos cineastas parecen no entender.



Tomado de Doce Moradas




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