sábado, 22 de diciembre de 2012

Cormac McCarthy, escritor estadounidense : "No se volverán a escribir libros de 800 páginas como se hacía cien años atrás, las intenciones y los cerebros de los lectores son diferentes."



 


Cuando recibí la invitación del blog para escribir la introducción de esta entrevista acepté el desafío con gusto porque debo confesar que desconocía tanto al escritor como a su obra. Como sabrán, soy antropóloga y no crítica literaria, lo que no impide que tras averiguar de quién se trataba, comparta con ustedes algunas referencias sobre el autor y su obra, así como ofrecer algunas sucintas reflexiones sobre lenguaje y antropología visual.

 Las primeras obras del escritor norteamericano Cormac McCarthy, cuya entrevista se ofrece a continuación, han sido catalogadas dentro de la llamada literatura sureña moderna aunque resulta válido comentar que pasaron bastante desapercibidas entre los lectores en el momento de su publicación. Según David Rio Raigadas, “posiblemente el lenguaje oscuro de las mismas, su inusual sintaxis y puntuación, su excesivo énfasis en aspectos tales como la violencia, el mal y el nihilismo, su predilección por retratar personajes y ambientes sórdidos con un realismo extremo rayano en ocasiones en lo macabro, sean algunos de los factores principales que explican esta fría acogida de los lectores en su día…Habrá que esperar, sin embargo, a la publicación de su "western" apocalíptico Meridiano de sangre para poder hablar de la consolidación de McCarthy como escritor.” 

Sus páginas han sido llevadas a la pantalla del cine y de la televisión. Una de las más conocidas es “La carretera”, película basada en la novela homónima que cuenta una historia post-apocalíptica sobre un viaje emprendido por un padre y su hijo a través de parajes que fueron destruidos durante un cataclismo no especificado que destruyó toda la civilización. 

Además su última obra de teatro, “The Sunset Limited” se está rodando actualmente para televisión. Presenta la batalla psicológica de dos hombres en una habitación que discuten sobre el sentido de la vida desde dos posiciones absolutamente opuestas. Uno blanco y otro negro. Uno, profesor universitario, cuyo amplio conocimiento no le impide caer en la desesperación. El otro, que mantiene una férrea esperanza pese a la violencia del entorno. Algunos críticos literarios sostienen que las últimas obras de McCarthy aunque difieran de las primeras en la temática y estilo que lo hicieran tan conocido, sin embargo dan clara muestra de su interés por explorar nuevos caminos y superar cómodas fronteras. 

Por mi parte me llamó la atención cómo McCarthy durante la entrevista dejó en claro que no interfiere con el equipo de filmación cada vez que vende sus derechos para una película. La insistencia del entrevistador sobre el tema muestra la persistencia de una representación que muchos naturalizan respecto de la identidad entre el lenguaje escrito y el visual como si fuera posible una suerte de transposición lineal entre ambos: los estudios antropológicos sostienen en cambio no hay manera de equiparar el lenguaje oral con el escrito, así como de equiparar el lenguaje escrito con el visual, o cinematográfico. Cada forma de expresión tiene sus propias reglas y especificidades. 

Zapatero a su zapato

Quizás pueda entenderse lo que quiero decir con un ejemplo cotidiano. Una misma frase expresada oralmente permite ser entendida de diferentes formas dependiendo de la entonación, el momento o el lugar. La misma frase llevada a un escrito merece ser acompañada de las descripciones pertinentes para su correcta interpretación, y téngase en cuenta que no me estoy refiriendo a un texto literario, donde abundan tantos estilos y maneras de presentar las palabras para movilizar las emociones del lector. 

El lenguaje visual a su vez también tiene sus reglas particulares, por lo que no bastaría reconstruir la situación donde fuera expresada la frase original de nuestro ejemplo para realizar un film que nos emocione. Una buena película selecciona encuadres y edita imágenes para producir un ritmo a partir de una situación, hilvanándolas con maestría. Estar consciente de que todo cineasta exitoso interviene sobre un best-seller en lugar de exigir la reproducción literal de una novela como condición necesaria para vender los derechos, quizás esconda la razón por la que McCarthy sea considerado actualmente “el vaquero favorito de Hollywwod”

 Vivina Salvetti

Actualizada el 17 de septiembre de 2015

 *******

"No se volverán a escribir libros de 800 páginas como se hacía cien años atrás, las intenciones y los cerebros de los lectores son diferentes."

Una entrevista al escritor estadounidense Cormac McCarthy


20 de noviembre de 2009



por john jurgensen


El escritor Cormac McCarthy suele rehuir las entrevistas, sin embargo, no puede ocultar que le entusiasma conversar. La semana pasada el novelista se sentó junto a nosotros en el frondoso jardín del hotel Menger. La conversación, en la que también participó John Hillcoat, director de la película “La carretera”, basada en la novela homónima, se extendió hasta tarde y a la cena en un restaurante cercano.


McCarthy ha venido hasta aquí desde su casa cerca de Santa Fe para visitar a Tommy Lee Jones. El actor dirige y protagoniza junto a Samuel L. Jackson un filme basado en la obra de teatro de McCarthy “The Sunset Limited” que se emitirá próximamente por HBO.





   Cuando vende los derechos de sus libros, ¿suele tener contratos que le permitan supervisar el guión, o es algo que queda fuera de su alcance?



  No. Vendes los derechos y te vas a casa a descansar. No te puedes inmiscuir en los proyectos de otras personas.

    Cuando fue por primera vez al set donde se filmaba “La carretera”, ¿descubrió mucha diferencia entre lo que vio y lo que tenía en mente sobre la novela?



Imagino que mi noción de lo que ocurría en "La carretera" tiene poco que ver con sesenta u ochenta personas y un montón de cámaras. El director Dick Pearce y yo hicimos una película en Carolina del Norte hace treinta años y ya entonces pensé que aquello era un infierno y me pregunté cómo era alguien capaz de hacer aquello. Así que me levanté, tomé un poco de café, anduve de aquí para allá, leí un poco, escribí unas pocas palabras y miré por la ventana.


    Pero, ¿no encuentra algo atractivo en el proceso de creación grupal, en comparación con el solitario acto de escribir?
 
Sí, te resulta extremadamente atractivo evitarlo a toda costa.





    Cuando hablaba con John sobre “La carretera”, ¿en algún momento intentó presionarle para que aclarara qué había causado la catástrofe de la historia?




Mucha gente me lo ha preguntado, pero no lo sé, no tengo opinión sobre eso. En el Instituto Santa Fe hay científicos de muchas disciplinas y algunos geólogos dicen que a ellos les parece el choque de un meteorito. Pero en realidad podría haber sido cualquier cosa: actividad volcánica, una guerra nuclear. No es importante en realidad. La cuestión es qué hacer en una situación similar. La última vez que el cráter de Yellowstone entró en erupción, toda Norteamérica estuvo bajo un manto de cenizas de 30 cm de grosor. Quienes han buzeado en el lago Yellowstone cuentan que en el fondo hay un montículo que ya tiene cerca de 30 metros de altura y que parece como si aquello estuviera continuamente latiendo. De personas diferentes obtenemos respuestas diferentes, pero no hay previsión posible, la próxima vez que suceda puede ser dentro de cuatro mil años o el próximo jueves. Nadie lo sabe.


    ¿Qué tipo de asuntos le suelen preocupar?




Si uno toma en cuenta cuestiones sobre las que vienen hablando algunos científicos, se da cuenta que en los próximos cien años el ser humano posiblemente siquiera será reconocible. Podríamos ser parcialmente máquinas o tener implantes computarizados. Implantar un chip en el cerebro que contenga, por ejemplo, la información almacenada en todas las bibliotecas del mundo, es algo posible y no sólo en teoría. Como me han dicho quienes saben de estos temas: se trata sólo de dar con las conexiones apropiadas. Pues bien, éste es uno de esos problemas que se suelen venir a la cama conmigo.




    “La carretera” es una historia de amor entre padre e hijo donde nunca se dice “te quiero”.

  Así es. No se me ocurrió nada más que añadir a esa historia. Muchos de los parlamentos que hay allí son conversaciones entre mi hijo John y yo reproducidas textualmente. Eso quiero decir cuando comento que es coautor del libro. Muchas cosas que dice el chico de la novela son parlamentos de John. John dice: Papá, ¿qué harías si yo muriera? Desearía morir también, le contesto. ¿Para poder estar conmigo?, pregunta él. Sí para poder estar contigo. Sólo una conversación.




    ¿Por qué no firma ejemplares de “La carretera”?



Existen ejemplares firmados del libro, pero todos pertenecen a mi hijo. De modo que cuando cumpla 18 años podrá venderlos e irse a Las Vegas o adónde prefiere. Esas son los únicos ejemplares firmados del libro.


    ¿Y cuántos ejemplares son?




Doscientos cincuenta. Alguna vez he recibido cartas de libreros o personas relacionados con el mundo del libro donde me sugieren que tienen un ejemplar de “La carretera” firmado por mí. Solamente les contesto: No, no tienes ese ejemplar.


    ¿Cómo fue la relación con los hermanos Cohen cuando trabajaban en “No es país para viejos”?


Nos vimos y conversamos un par de veces. Son gente inteligente y con mucho talento. Como pasa con John, no necesitaron mucha ayuda de mi parte para hacer una película.


    "Todos los hermosos caballos” también fue llevada al cine. ¿Le satisfizo lo que se obtuvo en esa ocasión?


  Pudo haber salido mejor. Tal como lo veo hoy, quizás se pudo haber editado mejor y haberlo convertido en una película bastante buena. El director creyó que podría poner todo el libro en pantalla. Es imposible, tienes que escoger aquella parte de la historia que te interesa. Así que él hizo esta película de cuatro horas de duración y se dio cuenta que para poder exhibirla tendría que llevarla a dos.


    ¿El tema de la extensión es aplicable también a los libros? ¿Un libro de mil páginas resulta, de algún modo, demasiado?




Para el lector moderno sí. Aparentemente la gente sólo lee libros de cualquier extensión si son de misterio o policiacos, en esos casos, mejor cuando más extensos. No se volverán a escribir libros de 800 páginas como se hacía cien años atrás y hay que habituarse a ello. Si crees que podrás escribir algo como “Los hermanos Karamazov” o como “Moby Dick”, adelante, pero nadie lo va a leer. No importa lo bueno que sea o lo agudos que sean los lectores. La intenciones y los cerebros son diferentes.


    Se dice que “Meridiano de sangre” es imposible de llevar al cine por la oscuridad y la violencia que recorren el argumento.



Eso es una tontería. El hecho de que sea una historia cruda y llena de sangre no tiene relación con que se pueda o no llevar al cine. Ese no es el asunto. El asunto es que sería verdaderamente difícil y requeriría una gran imaginación y mucho valor. Pero la recompensa podría llegar a ser extraordinaria.



    ¿De qué modo la noción del paso del tiempo y de la muerte incide en su obra?



El futuro cada vez es más corto y uno lo sabe. En los últimos años sólo he tenido deseos de trabajar y de estar con mi hijo. Oigo que la gente se va de vacaciones y pienso: ¿de vacaciones? No tengo ningún deseo de viajar. Mi día perfecto es cuando me puedo sentar en una habitación con unas cuartillas en blanco. Es el cielo, es oro. Todo lo demás es una pérdida de tiempo.


    ¿Y cómo afecta ese tic-tac de reloj a su trabajo? ¿Hace que quiera escribir historias más cortas o por el contrario más extensas y complejas?



No me interesa escribir relatos o cuentos. Cualquier cosa que no ocupa años de tu vida ni te lleva a pensar en el suicidio no es algo que merezca la pena hacer.


    Los últimos cinco años han resultado muy productivos para usted. ¿Ha tenido períodos de sequía en su escritura?



No creo que haya períodos productivos y otros improductivos. Es una percepción que tiene la gente por lo que se publica. El días más ocupado puede utilizarse en observar a unas hormigas que transportan migas de pan. Alguien le preguntó a Flannery O`Connor por qué escribía y ella contestó: “porque es algo que hago bien”. Y creo que esa es la respuesta adecuada. Si eres bueno haciendo algo es muy difícil abstenerte de hacerlo. Hablando con personas muy mayores que han vivido bien, la mitad de ellos coincide en que lo más significativo en su vida ha sido la extraordinaria suerte que han tenido. Y cuando oyes esto sabes que es la verdad. No es que menosprecien el talento o el saber hacer. Puedes tener ambas cosas y no lograr nada.


    ¿Podría contarme algo del libro que prepara, algo del argumento o los lugares donde ocurre?



No se me da muy bien hablar sobre eso. La mayor parte ocurre en New Orleans en los años ochenta. Es acerca de un chico y su hermana. Cuando el libro comienza ella ya se ha suicidado y vemos cómo el va lidiando con eso. Ella es una chica muy interesante.




   Algunos críticos han hecho notar que muy pocas veces profundiza en personajes femeninos.



Este libro trata en detalle el personaje de una mujer joven. Hay alguna escena interesante que atraviesa el libro y se acerca al pasado. Planeaba escribir sobre una mujer de 50 años de edad. Creo que nunca seré lo suficientemente competente para hacer algo así, pero en algún momento hay que intentarlo.


    Usted nació en Rhode Island y se crió en Tennesse, ¿cómo terminó en el suroeste?



Terminé en el suroeste porque sabía que nadie había escrito sobre esta zona. Aparte de Coca-Cola, lo otro universalmente conocido de esa región son los indios y los cowboys. Puedes aparecer en un pueblo de las montañas mongolas que allí sabrán decirte algo de los cowboys. Pero en doscientos años nadie se ha tomado el tema con seriedad. Pensé que sería un buen tema. Y así fue.


    Se crió bajo los preceptos de la iglesia católica irlandesa.



Sí, un poco. No era un asunto demasiado importante. Los domingos íbamos a la iglesia. Ni siquiera recuerdo una conversación sobre ese tema.


    ¿El dios con el que creció es el mismo a quien el personaje de “La Carretera” cuestiona y maldice?



Podría ser. Me resulta interesante la visión espiritual de la vida y realmente considero que es significativa. Pero, ¿soy una persona espiritual? Me gustaría serlo. No hablo de encontrar una vida después de la muerte o ese tipo de cosas, sino sólo en el aspecto de ser mejor persona. Tengo amigos del Instituto, personas realmente brillantes con un trabajo duro, buscando soluciones a problemas complejos. Ellos mismos suelen decir que es más importante ser buena persona que ser una persona brillante. Y yo estoy de acuerdo con eso.



    Ya que “La carretera” trata de un asunto tan personal, ¿tuvo dudas de lo que iba a encontrar en la adaptación al cine?



No, había visto la película de John, “The Proposition”, conocía su reputación y creí que seguramente haría un buen trabajo. Además, tengo a la mejor agente. Ella no sería capaz de vender el libro a no ser que tuviera confianza. No es sólo cuestión de dinero.


    ¿Empezó “No es país para viejos” como un guión?

 
Sí, lo escribí como guión. Se lo mostré a alguna gente y no parecieron interesados. De hecho, llegaron a decirme que jamás funcionaría. Años después lo saqué y lo convertí en novela. No me tomó mucho tiempo. Estuve en los premios de la academia con los hermanos Cohen. Tenían una mesa llena de premios antes de que terminara la noche. Uno de los primeros que les entregaron fue el de mejor guión. Ethan se volvió hacia mí y me dijo: bueno, yo no hice nada, pero el premio me lo quedo.


    Para novelas como “Meridiano de sangre” llevó a cabo una extensa investigación, ¿qué tipo de investigación realizó para “La carretera”.


No sé. Solamente conversar con gente sobre cómo serían las cosas en diferentes situaciones catastróficas. Hablaba con mi hermano Dennis sobre ese espantoso escenario de fin del mundo y coincidíamos en que la población se dividiría en pequeñas tribus y que cuando no quedara nada terminarían comiéndose unos a otros. Sabemos que es algo cierto y demostrado.

   
En relación con “La carretera”, ¿ha recibido muestras o reacciones de padres?




Tengo varias cartas similares de seis personas diferentes. Una de Australia, otra de Alemania, de Inglaterra. Todas ellas me lo relatan de manera parecida: comencé a leer el libro después de la cena y lo terminé a las 03:45 de la mañana siguiente; tuve que levantarme, correr escaleras arriba, despertar a mis hijos y quedarme allí, sentado junto a ellos, solamente abrazándolos.


Traducido por Yomar González
Artículo original en inglés:  Aquí 

Tomado de  Nada del mundo real


*******





Vivina Perla Salvetti, margariteña nacida en Porlamar reside en la Argentina desde hace muchos años. Le gusta presentarse como antropóloga por la Universidad de Buenos Aires, con interés en las Neurociencias y Ciencias de la Complejidad., Disfruta de discurrir por literatura, filosofía, psicología, historia, ciencia y arte.

Todavía hoy recuerda las palmeras frondosas, el agua tibia y el suave ronroneo marino de las playas doradas de su infancia.
 
E-mail: visalvetti@gmail.com


Su blog es: Fronteras de la Antropología





4 comentarios:

  1. Interesante el tema de la investigación para hacer una novela, aunque se trate el tema sólo de pasada.

    ResponderEliminar
  2. La introducción a la entrevista era innecesaria, sobre todo si trata su obra como algo ajeno y no conocido. Es una falta de respeto para McCarthy.

    ResponderEliminar