sábado, 16 de noviembre de 2013

Martín Roberto Murillo Gómez, el carretero literario afirma:
“A la que se case conmigo ha de gustarle la lectura”




A Murillo le hubiera gustado ser comentarista de la NBA. / CRISTÓBAL MANUEL


Estimados Amigos

Para ustedes debe ser mas que conocida la fábula de la carreta, esa donde un padre con su hijo están mirando absortos un paisaje y repentinamente escuchan un ruido. El niño pregunta al padre que es eso, respondiéndele el papá que es una carreta y que esta vacía. Al preguntarle el niño como lo supo el padre le dijo: Porque hace mucho ruido hijo y una carreta llena no suena. Así es la carreta de Martín Roberto Murillo Gómez silenciosa por estar abarrotada de muchos libros llenos de historias ávidas de tomar cuerpo en las mentes de ese lector por venir. Esta carreta está sedienta de ser asaltada por indios o por forajidos dispuestos a leer sus historias. Le deseamos a esta diligencia de la lectura muchos asaltos en su camino.

Imagen tomada de El Impulso

Lástima que en Venezuela no exista carreteros como el. Aunque quizás no sean necesarios porque aquí se hacen larguísimas colas y hasta se pernocta en la calle a las puertas de los comercios para comprar electrodomésticos rebajados pero no para comprar libros. Es curioso que la política del "precio justo" implementada por el gobierno nacional no sea aplicada a los libros. Definitivamente los libros no son populares ni pueden voltear el resultado probable de una elección. Nada como un televisor de plasma o un microondas para estimular nuestra imaginación. (Suspiro) Esa es nuestra triste realidad

Esperamos disfruten de la entrada.

 Richard Montenegro

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  • Este prestador de libros ha traído su solidaridad cultural a la feria del Retiro

 

 

Víctor Núñez Jaime 6 JUN 2013

 

Martín Roberto Murillo Gómez (Quibdó, 1968) confiesa que le hubiera encantado comer “un sancocho de pescao, como en Cartagena de Indias (Colombia)”. No obstante, ataca con gusto los trozos de langostino que tiene en el plato. Este promotor de lectura y prestador de libros ha venido por primera vez a Madrid —“y a Europa, hermano, y he pasado frío”— para contarle a los asistentes a la Feria del Libro del Retiro que “elevar el espíritu y pasar un buen rato se logra con la lectura de un libro”.






Hace 10 años, Murillo vendía bolsas de agua helada en el centro de Cartagena. Había nacido en la capital del departamento de Chocó, donde creció “viendo llover”, y luego se fue con su madre y sus cinco hermanos a Medellín con la intención de estudiar. Pero solo lo hizo hasta quinto de primaria. Le hubiera gustado ser médico o, sobre todo, comentarista de la NBA.
 


Su situación económica, sin embargo, se interpuso. En Cartagena lavó coches, cargó cajas, vendió arepas y después, agua. Un día, un turista le regaló El hombre duplicado, de José Saramago. Y a partir de entonces la lectura desplazó a los clientes en sus prioridades. Lo notó de inmediato Jaime Abello, director de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, quien le compraba agua, y lo llevó a su despacho para regalarle unos libros. Luego le dio más y, al darse cuenta de que ya tenía demasiados, Murillo quiso compartirlos. “Sobre todo, quise ser más útil a la sociedad. Y se me ocurrió lo de La Carreta Literaria: llenarla de libros y prestárselos a todos los que quisieran leerlos, sin cobrarles nada”.




Se lo contó a Raimundo Angulo, presidente del Concurso Nacional de Belleza de Colombia, que, al verlo tan entusiasmado, no dudó en darle dinero para mandar a hacer una carreta. Enseguida Murillo la llenó de libros y el 22 de mayo de 2007 la empujó hasta el Parque Bolívar. La gente comenzó a acercarse y este Quijote caribeño empezó a vivir la aventura cultural que se convertiría en su modo de vida.




Hoy, todos en Cartagena saben que pueden llevarse prestado alguno de sus libros. “No les pido ni una identificación. Confío en ellos. Y nadie me ha defraudado. Es verdad que se han demorado, hasta un año o dos, pero siempre me los entregan”.




Su hazaña es tan conocida y admirada que los políticos e intelectuales que pasan por Cartagena no dudan en hacerse fotos con él. Ha conseguido el patrocinio de varias empresas para pagarse la habitación de hotel donde vive desde hace 11 años, acudir a varias ferias del libro en Iberoamérica, mantener su blog, Facebook y Twitter e ir a los colegios para dar talleres de lectura a los niños. “Por eso me han puesto en el Pabellón Infantil de la Feria del Retiro”, apostilla durante el postre. Varios editores le están regalando libros —“¡a ver cómo me llevo tantos!”—, pero no entiende por qué las casetas cierran a mediodía. “Porque si dejaran abierto, la gente que trabaja podría escaparse a la hora de la comida”. Antes, un gorro tejido le cubría la cabeza. Ahora lo ha cambiado por sombrero, “más caribeño”. ¿Para ligar más? “Pues con esto de los libros, tengo más éxito. Pero la que quiera casarse conmigo ha de gustarle la lectura y la carreta. Si no, que deje tranquilo al negro”.

Tomado de El País


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Richard MontenegroPerteneció a la redacción de las revistas Nostromo y Ojos de perro azul; también fue parte de la plantilla de la revista universitaria de cultura Zona Tórrida de la Universidad de Carabobo. Es colaborador del blog del Grupo Li Po: http://grupolipo.blogspot.com/. Es autor del libro 13 fábulas y otros relatos, publicado por la editorial El Perro y la Rana en 2007 y 2008; es coautor de Antología terrorista del Grupo Li Po publicada por la misma editorial en 2008 , en 2014 del ebook Mundos: Dos años de Ficción Científica y en 2015 del ebook Tres años caminando juntos ambos libros editados por el Portal Ficción Científica. Sus crónicas y relatos han aparecido en publicaciones periódicas venezolanas tales como: el semanario Tiempo Universitario de la Universidad de Carabobo, la revista Letra Inversa del diario Notitarde, El Venezolano, Diario de Guayana y en el diario Ultimas Noticias Gran Valencia; en las revistas electrónicas hispanas Alfa Eridiani, Valinor y Gibralfaro, Revista de Creación Literaria y de Humanidades de la Universidad de Málaga y en portales o páginas web como la española Ficción Científica, la venezolana-argentina Escribarte y la colombiana Cosmocápsula.

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